“Materia del despertar”
Hecho de músculos, luz y sombra. Este cuerpo no solo se mueve, despierta. No en el sentido físico, sino en lo esencial. La obra muestra al ser que se reconoce, que cruza el umbral de lo inconsciente y se vuelve presencia. Crines en alto, emerge no para escapar, sino para estar pleno, inevitable, como si fuera su primer instante de verdad.
Envuelto en la marea, el caballo no huye: custodia. No es solo fuerza, es memoria líquida, instinto que fluye y protege.
Esta obra es canto azul a lo indomable y a lo oculto, un símbolo de aquello que, aunque sumergido, permanece despierto.
No interviene. No nombra. Sólo está. Pero su mirada cambia las cosas: las abre, las revela.
Esta obra es un umbral: lo que se deja ver y lo que se activa en quién mira.
Porque observar también es crear. y quién mira del todo…ya no es el mismo.
Allá va, girando hacia la nada. Una prenda, una piel, un símbolo: el sujetador vuela. En el espacio sin centro ni norma, una mano lanza no solo la tela, sino mandato. Esta obra celebra el instante leve y radical en que lo que nos sujeta deja de pesar.
